LA
CIUDAD DE BUENOS AIRES Y EL TRANSPORTE
PARTE IV
PARA
TERMINAR A MODO DE CONTRIBUCION HISTORICA
EL
PAPEL DE LOS ALCALDES EN EL
VIRREINATO DEL RÍO DE LA PLATA
Por
Juan Carlos Cena * especial para Latitud Periódico
7
de septiembre del 2011
Sugiero,
con pruebas a la vista, que ninguno de los alcaldes, intendentes
y ahora Jefes de Gobierno de la Ciudad de Buenos rastreó
la historia para ver como fueron los otros Administradores desde
sus inicios. Digo, porque revisar o leer la historia es parte
de la cultura de un pueblo y más de sus gobernantes.
Deberían, si no quieren leer por pereza, holgazanería
mental o por falta de costumbre, mandar a estudiar a otros que
les informen y verán que tan rico que son nuestros anales.
Veamos
este ayer, mejor, ilustrémosno: Sin lugar a dudas, Juan
José Vértiz y Salcedo fue el más prolífico
virrey en el Río de la Plata, primero había sido
gobernador entre 1770 – 1776, es así que él
impulsa el Teatro de la Ranchería, en 1771, y se encarga
de censar a la población de la ciudad y la campaña,
de acuerdo a su ubicación social. Estoy hablando de un
virrey y no de un dirigente nacional y popular, liberal o progresista,
peronista, socialista…o híbrido.
Pero seguramente, el tema menos conocido y más interesante
desde el punto de vista político lo constituyó
la creación de los Comisionados o Alcaldes por barrios,
esto fue el 21 de mayo de 1772 por un bando, ya que habían
acaecido situaciones complejas y peligrosas en la Buenos Aires
colonial.
En
el bando se afirmaba: “por cuanto habiendo premeditado
con mucha reflexión cuán preciso es establecer
en esta ciudad el aseo, limpieza y policía, que tanto
conduce a la salud pública, objeto a que no pueden divertirse
los jueces ordinarios sin dispendio de la debida administración
de justicia y asimismo que para fomento de ésta hay urgentísima
necesidad de multiplicar personas que celen las ofensas de Dios,
pecados públicos, robos, muertes, heridas (…) he
venido a imitación de la Capital de este Reino y otras,
en nombrar diferentes comisionados, repartidos por Islas en
todo el ámbito de ella, los que he procurado sean los
sujetos más distinguidos, y principales, y que tengan
su habitación en los Distritos que se les señalan,
esperando que estimulados de sus obligaciones y de un zelo patricio
desempeñen esta confianza con la maior aplicación,
que corresponda a conseguir una obra no sólo importante
para la felicidad de la ciudad, sino necesaria a su seguridad
y servicio de Dios”. Luego se desglosan 16 disposiciones
que cada Comisionado debía llevar a buen término.
Al mismo tiempo, estaban repartidos en 16 distritos o zonas
delimitadas dentro de la ciudad por órdenes del señor
gobernador.
LOS
ALCALDES O COMISIONADOS DE BARRIO
Debían ser vecinos distinguidos, su cargo era honorífico,
duraban en la función un año, por su reputación
intachable no podían renunciar antes de finalizar el
mandato.
Controlaban
los precios comestibles que se compraban en pulperías
y podían verificar la calidad de los mismos. Por la noche
las pulperías, tiendas y tendejones debían tener
un farol para alumbrar, esto desde 1744. También, podían
fiscalizar mudanzas y entradas de los locales en el período
de ese año de mandato.
Hoy
diría que este virrey es socialista o populista, porque
el mercado todo lo regula, ¿Qué se mete este virrey
rojo?
Luego
continúa: La construcción de una casa se debía
hacer con la notificación correspondiente al Comisionado
de su Distrito. Es así que el Comisionado que ya se le
había informado sobre dicha construcción, se presentaba
en el lugar “con algún Inteligente o con el Piloto
de la Ciudad” este era el encargado de decir a que altura
se ponía el piso de la casa, “según la situación
de la calle, de modo que en lo posible tengan en adelante la
igualdad y proporción que deben y se eviten los pantanos
por la falta de corrientes de las aguas”.
Los
otros temas fueron la limpieza de la ciudad, basuras e inmundicias
como se afirma en la 11° disposición de 1772, éstas,
debían recogerse durante el día y ser arrojadas
a las zanjas o parajes durante la noche por los esclavos de
los hogares, no sin una previa indicación de parte de
la autoridad responsable.
Esta
última mención, sobre los esclavos de los hogares,
es importante remarcarla, no para este trabajo, pero sí
para un análisis más importante de la magnitud
del comercio esclavo que hubo en nuestra colonial ciudad de
Buenos Aires, la entrada permanente de negros, muchos de ellos
quedaban en la ciudad al servicio de las clases acomodadas y
otros eran derivados por carreta hacia la antigua provincia
de Córdoba donde y desde allí se los enviaba hacia
el norte virreinal.
Han pasado más de 300 años, extrañamos
al virrey Vértiz
LA
IMPORTANCIA DE CENSAR
Estos alcaldes o comisionados fueron importantes a la hora de
poder retratar la población de la ciudad colonial y luego
virreinal. De esta forma hacían matrículas que
contenían datos, entre ellos:
El nombre y apellido de los vecinos
Estado civil
Empleo u oficio
Cantidad de hijos
Esclavos y sirvientes
Otros detalles afines al momento de fines del siglo XVIII.
Con
estos datos, aquellas familias que quisieran mudarse o personas
que así lo plantearan tenían que informarle al
Comisionado encargado, es que ya estaban matriculados y asentados
en un lugar preciso del antiguo caserío colonial.
El
otro problema que sufría Buenos Aires era el avance de
los robos, asesinatos y otros problemas en materia de seguridad.
Vértiz planteó que esto se debía a la falta
de iluminación en la ciudad, que los ladrones se resguardaban
en la noche y, si bien, las pulperías y tiendas tenían
iluminación a la noche, hacía falta en las calles.
El 2 de diciembre de 1774 Vértiz dirige una carta al
Cabildo donde dice: la cantidad de “robos, muertes y otros
excesos, que se cometían en esta Ciudad al abrigo de
la oscuridad de la Noche”…
Esta
situación llevó a Vértiz a implementar
la iluminación pública. Los alcaldes de barrio,
antes comisionados, se los reconoce a partir de 1774. En este
sentido había un manual que los alcaldes respetaban al
pie de la letra, se dice, en el mismo se establecía que:
“siendo tan importante la conservación y uso de
los faroles de la nueva iluminación que se ha establecido
en las calles principales de esta ciudad, por el bien general
que resulta a todos sus habitantes, se declara a los Comisionados
de Barrio, la facultad de nombrar en cada cuadra de sus respectivos
cuarteles, un primer Comisario de Faroles y un segundo que le
suceda”. Estos últimos fueron elegidos con la misma
vara que los alcaldes ya que debían ser hombres dignos
y respetados, que por nada del mundo podían excusarse
de la administración de los nuevos faroles.
El
documento sugería “que cada individuo a quien se
señalare el cuidado del farol, lo ha de limpiar, a lo
menos, una vez a la semana, para que la luz sea mas clara”.
En cuanto a los gastos eran equitativos entre los vecinos de
la cuadra.
Finalmente,
para prevenir los delitos que con frecuencia asolaban a Buenos
Aires, Vértiz le encomendó a los Alcaldes de Barrio
que “las noches que tengan por conveniente, harán
sus rondas los Comisionados en sus distritos, y para que los
acompañen, y puedan ejecutar las prisiones de los vagos,
ociosos, malentretenidos, o agresores, nombrarán por
su turno, a dos o tres vecinos, quienes tendrán obligación
de acompañarlos con sus armas, y ninguno podrá
excusarse que no sea con legítimo motivo, pues todos
se interesan en la quietud pública”.
La no compañía por parte de los vecinos en la
búsqueda de ladrones implicaba multas: la primera era
de 3 pesos y la segunda negativa ya era de 12 pesos.
Los
alcaldes tenían un bastón de puño de marfil
y luego con los años el virrey Arredondo les dio uno
de plata sin labrar y el virrey Cisneros con la insignia de
la Real Audiencia.
El final de los Alcaldes de barrio parece que fue cuando se
sanciona la ley del 24 de diciembre de 1821, la cual suprime
las actividades de los cabildos de Buenos Aires y Luján.
En realidad, las tareas de los alcaldes pasarán a la
organización policial, éstos, luego, en 1856,
quedarán como jueces municipales y van teniendo tareas
cada vez menores, y en 1934 dejaron de existir definitivamente
cuando se sanciona la creación de la Justicia de Paz
*.
Pregunto,
Vértiz ¿que hubiera dicho de las bicis sendas
o del Metro Bus y de los cambios culturales? ¿Y los vecinos?
¿Y del alumbrado y de la organización barrial?
¿Era socialista Vértiz?
Para
organizar el tránsito de las carretas, galeras, tropas
de mulares, caballadas, calles anegadas de barro y bosta, sino
tenía la solución a mano, ¿no hubiera consultado
cómo solucionaron estos problemas otros países
más desarrollados?
Volvamos al tiempo presente. Dejemos de soñar con un
Vértiz para Buenos Aires. Decía más arriba
que, a más de 300 años después, extrañamos
al Virrey Vértiz. Revisar la historia es una labor que
no debemos olvidar. Hay que derrotar los olvidos, para eso hay
que sublevar a la memoria.
Nuestra
clase política parece o es descerebrada.
•
Trabajo cedido por la autora Buenos Aires Industrial, caso testigo
Villa Crespo, libro de pronta aparición de Elena Luz
González Bazán.
•
Juan Carlos Cena experto en Transporte.
• Autor de los libros:
• El Ferrocidio 1º y 2º edición ampliada.
• Ferrocarriles Argentinos – Origen, apogeo, destrucción
y recuperación, de pronta aparición.
• Numerosos trabajos de investigación sobre la
temática del transporte, publicados en portales en Argentina,
América Latina y Europa.
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